Pasé el día comprobando las mechas de las dinamita, afilando las cuchillas de la guillotina, aceitando las bisagras de la trampilla… pero no alimenté a los tigres. ¡Quiero que tengan HAMBRE!
Mis padres vinieron a visitarme, pero no se quedaron demasiado tiempo. Me parece que mami es alérgica a los gatos y papi es alérgico a las explosiones mortales.
Parece que el elefante se cuela por el viejo orificio de escape en la pared del comedor. (¡Mmm… sí, qué bellos recuerdos!). Nunca ir allí, ya que el paquidermo este se está vengando y utilizando mi comedor como baño…prefiero comer en el inodoro. Hoy lo cerraré con ladrillos.
¡El hombre del Zoo y la mujer de la Municipalidad están cantando villancicos alegres! Los amenacé con dejar de alimentarlos a menos que empiecen a actuar como verdaderos prisioneros.
Esta mañana terminé la trampilla al lado de la puerta de entrada y casi no se ve la unión. ¡Fácilmente me podría olvidar de que esta allí!
Los cantantes de villancicos no se iban… así que les solté a los tigres. Una no TAAAAN SILENCIOSA NOCHE de paz y amor, llena de gritos y rugidos antes de que escaparan. ¡Oh! ¡Qué hermosa es la Navidad!
Mi maniquí de Santa debería ser de tamaño natural, pero no es tan grande como el gordo tonto, ¡que es aún más tonto que grande!
Vino un amable señor del Zoo a preguntarme si yo había visto a tres tristres tigres perdidos. Le dije que podrían estar en el sótano. ¡Y quedó encerrado ahí accidentalmente!
